martes, noviembre 08, 2005

historias que no existen

Cierto cruce de comentarios con Gacela me recordó a mi abuela.
Es cierto que se están perdiendo las voces de las que hablas, y es lamentable que en este país se pasara página de esta manera, olvidando un montón de historias que deberían ser contadas.
Historias que se perderán para siempre. Vidas que merecen ser contadas y escuchadas con admiración.
Esta es una de ellas. Esta historia esta extraída de retales de conversaciones familiares.

Mi abuelo estaba en el ejército republicano. No se si por convicción o por azar. Cuando empezó la guerra, dejó a mi abuela con un chiquillo de tres años y sola en el pueblo.
Mi abuela era la hija bastarda de un señorito andaluz. Señoríto que se olvido de mi bisabuela justo al enterarse de lo del embarazo. De esos cabrones que quedan reflejados tan bien en “los santos inocentes”
No se como consiguió sacar adelante al niño durante el tiempo de la guerra. El caso es que esta termino y mi abuelo no volvía. Paso el tiempo y ella fue averiguando cosas.
No se como se enteraría, pero el caso es que de algún modo ella supo que había sido de su marido. El, había caído prisionero en el frente del Ebro. Y estaba en un penal de la zona. Ni corta, ni perezosa, agarró a su niño y se fue a ver si conseguía encontrar a su marido. Sin dinero y sin nada que ofrecer, salvo su trabajo. A veces andando y a veces trabajando de jornalera en el campo, mientras conseguía dinero para pagar el transporte. El caso es que llegó al penal donde cumplía, por rojo, mi abuelo. No quiero pensar como consiguió saber que habían trasladado a su marido a Madrid, a otro “campo de trabajo”.
Pues carretera y manta, otra vez al camino ella y el niño. Estamos hablando de los peores años de la posguerra. Supongo que iría de pueblo en pueblo. Trabajando en lo que saliera. Nada más que por la comida y la cama. Y así día a dia, pueblo a pueblo, hasta llegar a Madrid. En donde le dijeron que su marido había muerto. No le dieron más explicaciones. Es lo que hay.
¿Qué hacer entonces?
Vuelta al pueblo. A sobrevivir como sea.
Al cabo de años, un buen día estando ella trabajando en el campo, mi abuelo regresó.

Regreso enfermo. Las condiciones de vida en los campos de trabajo habían echo mella en el. Inútil para casi cualquier trabajo. Una boca más para alimentar.
Pues ella, mas duro. Cada día a currar. Pero trabajo de tíos. Del que yo no soportaría ni una tarde. A segar trigo, a vendimiar uva, a cargar sacos de harina. Trabajando al nivel de los tíos. Y cada cierto tiempo, un embarazo. Trabajando de una forma bestial. Sin pausa. Hasta el nivel de estar segando y ponerse de parto. Esconderse detrás de unos arbustos y traer al mundo gemelos. Arreglarlos darles de mamar y volver al tajo.
Los gemelos no sobrevivieron.
Esa misma mujer falleció hace un tiempo. Ella sola, saco adelante una familia de cinco hijos. Que le dieron doce nietos.
Esa misma mujer, ya mayor, se tenia auto-impuesta la labor de hacer la cama de cada uno de sus nietos cada día.
Esa mujer enterró a mi abuelo.
A esa mujer, una putada llamada ALZHEIMER, le robo todos sus recuerdos.
Aun la recuerdo en casa de mis padres. Aterrorizada por el sonido de un bombardeo que solo existía en su cerebro.
El alzheimer se llevo solo los buenos recuerdos. Le dejo todas las pesadillas.
Cuando lloraba mi hermana pequeña, ella decía:
- dadle un trozo de pan a la niña, que tiene hambre.
Daba igual que la niña acabara de comer.
Al final pienso que sencillamente, se olvidó de lo necesario para vivir.

Esta historia se acaba aquí. En esta generación ya se perderá.
Como esta debe de haber miles. Cada una más trágica que la anterior.

Estas historias no existen.
De todas estas historias no quedara NADA.

6 Comments:

At 11/08/2005 7:53 a. m., Blogger happyhamsterhop said...

Yo no creo que la historia se acabe ahi.

Tu abuela tuvo hijos y nietos, y tú te acuerdas de ella, por lo menos. Ya sé que es una cursilada, pero yo creo que es verdad. Puede que no sepas todos los detalles de su vida, pero sabes los suficientes como para contarla. Y eso la perpetúa. Y es bonito.


Hace años, cuando mi abuelo estaba vivo, hice un árbol genealógico de mi familia, y llegué hasta los tatarabuelos! Pero lo mejor es que conseguí batallitas, o apodos, o fotos, de casi todos.

No sé--- Toma frase, pero creo que si te recuerdan, sigues por ahi.

 
At 11/08/2005 9:16 a. m., Blogger Guillermo said...

Personas como tu hacen que esas historias no se olviden, aunque es cierto eso de que este tipo de historias son las que más se tienden a olvidar.
Mi abuelo también lucho en el frente del Ebro, aunque en el otro bando, dicen que fue el invierno más frio que se ha vivido en España, tuvo que ser terrible.

Una de mis primas le regaló a mi abuelo unos años antes de morir un arbol genealógico en el que estuvo trabajando durante meses, había como 6 generaciones, es un cuadro como de metro y medio por metro y puedes pasar horas mirandolo, empìeza en yonosedonde y acaba en mi hermano. Estamos reformando la casa del pueblo pero ese cuadro seguirá presidiendo el salón. Y es que sin raices no somos nada.

 
At 11/08/2005 2:15 p. m., Blogger Bereni-C said...

Qué historia más bonita y emocionante, jota.

 
At 11/08/2005 6:35 p. m., Blogger Deyector said...

Poca gente queda ya como tu abuela, me quito el sombrero (imaginario) ante ella y sus cojones (metafóricos)

 
At 11/09/2005 12:50 a. m., Blogger jota said...

Joder.... que putada.
No se como contestar a cada uno sin que este comentario sea mas largo que un domingo sin dinero.
Y sin ponerme demasiado sentimental, ni revanchista, ni nada de eso.
Imaginad que he dicho algo gracioso
Lo siento, no me sale...
Me haría falta un post entero para cada uno de vosotros.
Y no es cuestión...

 
At 11/10/2005 12:18 a. m., Blogger Gacela said...

Creo que sí hay un peligro real de que las historias que guarda esa generación que está despidiéndose ya se pierdan, Jota... pero lo bueno es intentar salvar las que se puedan. La de tu abuela, una parte, tiene su eco en tu memoria, y ahora en nosotros... la de mis abuelos está presente en mí, y aprovecho para contar retazos cuando tengo oportunidad... y esa es la pelea, que hablen mientras puedan, recoger sus voces, no perder nuestra historia que es la suya, que no se duerma en el olvido...

Y hay autores que ayudan a ello. El resurgir ahora de estudios sobre la Memoria Histórica del siglo XX -hay alguna cátedra de eso en Universidades-. Artículos de Almudena Grandes en los que recuerda a esos que fueron luchadores por la libertad en la guerra, aunque perdieran. El libro que te dije de Dulce Chacón, La Voz Dormida, sobre las mujeres republicanas encarceladas. Gente que se está peleando el que escuchemos esas voces antes de que se vayan de nuestro lado.

El pueblo que olvida a su historia, aparte de estar condenado a repetirla... no sabrá de dónde viene, condición necesaria para saber a dónde se va.

Agh, hago comentarios más largos que un día sin pan! Lo siento, pero es que me encantó el post ;-)

 

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